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Algo de la historia y del mito en torno a las hierbas aromáticas

Las mayoría de las hierbas aromáticas que hoy utilizamos son tan antiguas que aun no se han disipado todos los mitos asociados con ellas.

Muchas de las hierbas aromáticas y plantas que hoy utilizamos han sido conocidas y empleadas durante miles de años por tener propiedades útiles como condimento culinario o conservante de los alimentos, como medicina, o simplemente por su olor agradable. Esa sabiduría antigua viene acompañada de algunos mitos.

Se han encontrado restos de hierbas en tumbas descubiertas en Mesopotamia, el actual Irak, de 60.000 años de antigüedad, conservadas con los restos humanos allí enterrados. Hace más de 5.000 años, los antiguos egipcios ya habían adquirido un amplio catálogo de plantas, muchas de ellas hierbas, que eran apreciadas principalmente por sus propiedades medicinales, como analgésicos, para aliviar dolores de cabeza y otras dolencias, como anitsépticos, e incluso como laxantes. Los sumerios ya utilizaban tomillo como antiséptico en el año 3000 AC.

 El cilantro se ha utilizado durante más de 3.000 años. Los hebreos lo usaban como condimento, para darle sabor a las comidas. Los soldados romanos lo llevaban consigo en sus campañas bélicas y lo usaban como conservante para la carne.

Fue el médico griego Hipócrates (460 AC - 377 AC) quien catalogó sistemáticamente gran parte de lo que se conocía en su época, e incrementó ese conocimiento. Utilizó muchas hierbas en su tratamiento de las enfermedades, manteniendo la creencia de que las enfermedades tenían causas naturales contrariamente a la de muchos de sus contemporáneos, que sostenían que las enfermedades eran infligidas por los dioses. Hipócrates utilizó perejil para tratar el reumatismo y aliviar el dolor de riñón. Usaba estragón para tratar el dolor de muelas.

La albahaca era una hierba de uso común tanto en la cultura griega y romana. El cebollino fue utilizado por los antiguos romanos para aliviar el dolor de garganta. Sin embargo, se decía que el orégano era la planta favorita de Afrodita, la diosa griega del amor; esto es un ejemplo de cómo se mezclaban el mito y la ciencia.

Durante la Edad Media, después de una pausa de casi mil años, de nuevo se comenzaron a acumular y ampliar los conocimientos botánicos. Gran parte de la base del conocimiento válido en la época medieval se había conservado desde los tiempos clásicos, pero entonces empezaron a importarse conocimientos nuevos procedentes de las culturas árabes. Sin embargo, aun se mezclaba la ciencia y el mito y se creía que el eneldo tenía poderes mágicos. Se pensaba también que el romero era capaz de proteger contra la peste, y se intentó usar salvia para tratar la epilepsia.

En el este, los botánicos indios y chinos estuvieron ocupados todo el tiempo acumulando conocimientos y creando su propio almacén de información sobre las cualidades útiles de ciertas hierbas y especias. El ginseng es sólo uno de los ejemplos más conocidos.

El Renacimiento fue, en esencia, el renacimiento de la ciencia al estilo griego, de la observación de los fenómenos y la validación de las hipótesis mediante experimentación. Sin embargo, los griegos nunca fueron completamente coherentes en su enfoque. Durante los siglos XVI y XVII, el conocimiento de los efectos beneficiosos de ciertas hierbas creció a pasos agigantados. Nicholas Culpeper publicó un compendio de las hierbas, en 1652, en el que aparece una extensa variedad de remedios a base de hierbas conocidos en Gran Bretaña en esa época.

Aunque la ciencia de las hierbas se empezó a apoyar en la química y la síntesis en el laboratorio de sus principios activos desde el comienzo del siglo XIX, todavía hoy se tratar de analizar lo que es útil en las hierbas y extraer sustancias beneficiosas de forma tradicional. Estos compuestos que se extraen de las hierbas en su entorno natural, a menudo llevan sustancias adicionales que no se encuentran en los productos puramente sintetizados.

Hierbas medievales en la era moderna

El cultivo y la recolección de hierbas se ha llevado a cabo desde hace miles de años en todas las culturas de todo el mundo, pero esta actividad se eleva a la categoría de arte en la Europa medieval. Muchos conocimientos médicos y tecnología que ya los griegos habían utilizado se habían perdido en el oscurantismo, así pues en la Edad Media se dependía en gran medida de las hierbas como medicinas. Las prácticas medievales eran una mezcla de experiencia e ideas sin sentido, pero se sabían muchas cosas válidas.

Tanto si el objetivo era la producción de medicinas y condimentos, o simplemente la tranquilidad y la contemplación, el jardín de hierbas medieval era un lugar útil y precioso. Una muestra moderna de lo que probablemente eran esos jardines puede encontrarse en el museo The Cloisters en Nueva York. Aunque se construyó en la década de 1930, fue diseñado para parecerse lo más posible a los claustros y conventos de la edad media, su referencia en la historia. Los diseñadores lograron su objetivo plenamente.

Este museo tiene varias secciones, siendo el jardín de hierbas una parte prominente del claustro de Bonnefont. Allí se cultivan más de 250 especies, y se obtienen buenos resultados incluso a pesar del clima de Nueva York, con inviernos muy fríos, veranos calurosos y bochornosos, y las lluvias irregulares de otoño y primavera.

Su diseño se basa en muchas fuentes diferentes y no es un duplicado exacto de ninguna. El resultado son lechos elevados, vallas de zarzo, y un pozo central, con su cabezal, que son características comunes en cualquier jardín de hierbas de la época medieval. Aquí, rodeadas de huertos y muchas otras plantas, las hierbas aromáticas son la pieza central de un jardín por el cual suspiraría cualquier herborista moderno, ya sea aficionado o profesional.

Muchas hierbas están plantadas en macetas de tamaño adecuado, parecidas a las que podrían haberse encontrado en aquel período. Esto permite que se puedan llevar al invernadero las plantas más frágiles durante el invierno, cuando las temperaturas en Nueva York pueden ser muy bajas y la nieve no es infrecuente.

Las hierbas que cultivaban en la Edad Media a veces se utilizaban para tales fines como alejar los malos espíritus. Pero, las plantas que son sus descendientes tienen un propósito mucho más práctico. Incluso cuando no se utilizan en la cocina, como condimentos o como conservantes de alimentos, estas plantas aromáticas con flores preciosas son un oasis de paz en una ciudad tan frenética como sólo Nueva York puede serlo.

En Cloisters, las hierbas están dispuestas en nueve secciones, que corresponden a las agrupaciones de hierbas que eran comunes en el período medieval. La primera sección contiene ajenjo y cardo. La segunda, contiene las que se utilizaban con fines medicinales, tales como la hierba de de San Juan y el regaliz. La tercera, tiene hierbas profundamente aromáticas como la lavanda, la melisa, y la verbena. Y así sucesivamente.

Esa mezcla de ciencia y superstición aun permanece con nosotros hasta cierto punto. La creencia de que las hierbas medicinales pueden curar enfermedades es una combinación de observaciones verificadas y creencias medievales. Las observaciones muestran que algunas hierbas funcionan en algunas condiciones, mientras que las causas por las cuales lo hacen son en gran parte mitos, invenciones, y especulaciones arbitrarias.